miércoles, 12 de agosto de 2009

Pesadillas

Qué gusto despertarse en mitad de la noche y respirar aliviado, sabiendo que no puede alcanzarte el loco del machete, que no has perdido todos los dientes o que no tienes que abrirte paso corriendo a través de gelatina... Reirse de uno mismo, de las malas jugadas de nuestra mente y darse la vuelta, volver a dormir.
Pero qué hacer, cuando te despiertas de un sueño sólo para descubrir que es mejor que lo que espera al abrir los ojos. Cuando el sueño te da lo que necesitas, cuando encuentras por fín esa paz, aunque sea efímera... ese instante en el que sólo sientes lo que quieres sentir, en el que tienes el control sobre lo que sucede a tu alrededor. El momento en el que eres totalmente dueño de tu destino... para que luego te sea arrebatado y vuelvas a despertarte solo en la oscuridad. Y no te queda más que darte la vuelta, secarte las lágrimas y pedirle a la almohada a la que abrazas que te devuelva tu sueño, que mañana será otro día y lo harás tuyo, pero esta noche sólo quieres una prórroga, un sueño de paz, la magia que sólo dan los sueños.

Experimento, cortesía de WriteOrDie

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