domingo, 5 de abril de 2009

Fiesta

La primera vez que me crucé con este poema de Li Bai (poeta chino, 701-762) fue en un cuaderno de la abuela, donde había copiado una traducción. Luego aprendí algo sobre poetas chinos y conocí a Li Bai, conocido no sólo por sus poemas (han llegado alrededor de mil hasta nuestros días) sino por su amor al vino.
Se dice que se ahogó en en rio Yangtze, cuando saltó de su barca tratando de abrazar el reflejo de la luna. No es la versión exacta que tenía la abuela, ni es la mejor traducción del poema, pero es la que de vez en cuando me viene a la memoria, como si no hubieran pasado los años desde que dos niñas rebuscaban entre los cuadernos de su abuela en busca de alguna historia para ellas.
Hoy se lo dedico a todos los que anoche disfrutaron de los licores del placer.

A la humilde fiesta en que me solazo
Aunque salga solo vamos siempre tres
Contando a la luna, si brilla en el cielo
Y a mi sombra que, entonces, viene también.

Un frasco de vino bajo el brazo lleno
Y juntos nos vamos al lago a beber
Por suerte mi amiga, la luna, es abstemia
Y mi sombra, que es tonta, nunca tiene sed.

Con el rubio vino la alegría es fácil.
No hay nada que venga a turbar mi placer.
Si canto, la luna me escucha sonriente
Y si bailo mi sombra remeda el vaivén.

Y cuando con la última gota de vino
Juntitos volvemos a casa los tres
La luna me sigue guiñándome un ojo
Y mi sombra, que es tonta, se enreda en mis pies.



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